sábado, 4 de agosto de 2012

2. PROFESIÓN BASURERO

HISTORIAS DE UN SHUCUY
2. PROFESIÓN BASURERO
Mi padre, sigue siendo un padre ejemplar, una persona que tuvo la visión de un mundo mejor para sus hijos; mi madre, su fiel compañera, le acompañó a caminar por mundos desconocidos para ella, dejó su Cáyac querido, pequeño pueblo andino, soportando y venciendo la pobreza. Hoy recuerdo una anécdota que forma parte de mi vida y que me ha servido de fortaleza para seguir avanzando en esta sociedad asfixiante y egoísta.
Cuando mi padre había mejorado su condición de trabajador, ya no era peón en las haciendas, ni obrero en las minas de sal de Huacho, ni guardián de fábricas de harina de pescado. Ahora era empleado de la Milne y Compañía, había ascendido por ser un trabajador responsable, ganaba sueldo cada quince días, ahora sí podíamos comer pan todos los días. Mi madre había dejado su trabajo de empleada doméstica. Estábamos reunidos en una cena especial, en una noche donde comíamos sobras de un banquete celebrado en su trabajo, y que para nosotros era un manjar, mi padre hizo una pregunta a sus tres hijos: ¿Qué van a ser cuando sean grandes?
Recuerdo que yo tenía siete años y mi hermano mayor Eusebio tenía doce y Marcos tenía once. Eusebio estaba terminando la primaria, su padrino era un ingeniero agrónomo. En el trabajo de mi padre había un contador, excelente persona y amigo de mi padre y le había aconsejado que mi hermano Marcos sea contador.
Entonces, Eusebio, responde: yo voy a ser ingeniero agrónomo como mi padrino. Mi hermano Marcos responde: Yo voy a ser contador como el amigo de mi papá, voy a contar bastante plata.
En realidad, a mi padre más le interesaba que mis hermanos mayores afirmen sus sueños de ser profesionales, yo todavía no entendía sobre mi futuro, ni sabía qué otra profesión existía para mí. En la satisfacción y alegría de mi padre, se da cuenta que me falta responder, y me pregunta por curiosidad ¿Qué vas a ser cuando seas grande? Sólo atiné decir: Cuando sea grande quiero ser basurero. Todos se rieron de mi inocencia, pero ante las risas me puse serio y volví a decir ¡Quiero ser basurero!
No entendí lo que pasaba, pero mi madre me abrazó y me dijo que para ser basurero no se estudia y tú tienes que estudiar. No contento con el cariño de mi madre y la risa de mi padre y hermanos, exploté: Quiero ser basurero porque allá en el basural puedo encontrar frutas para comer, carritos, cachaquitos, bolitas y muchas cosas más para jugar.
Entonces, todos volvimos a la realidad, nuestra pobreza todavía existía, había dinero para comer mejor que antes, pero no había dinero para juguetes, ropa nueva, uniforme, zapatos, cama, colchón, mesa, entre otras necesidades.
Desde aquella vez, entendí que la única forma de salir de la pobreza era estudiar, sólo estudiar, no sabía  hasta cuándo y hoy después de cincuenta años sigo estudiando y no sé hasta cuándo seguiré estudiando... Sólo sé que cada vez tengo mejores oportunidades para trabajar, y ahora… ya no quiero ser basurero. Y usted amigo lector ¿valora la educación de sus hijos para alejarse de la pobreza?

No hay comentarios:

Publicar un comentario