sábado, 4 de agosto de 2012

12. LA PROFESORA SILVIA

HISTORIAS DE UN SHUCUY
12. LA PROFESORA SILVIA
En nuestra sociedad los padres de familia tienen mucho respeto por los profesores de educación básica, especialmente por los del nivel primaria. Les referiré sobre una Maestra ejemplar que conocí y que fortaleció mi condición de profesor que tiene que enseñar más allá de las aulas, utilizando los medios de comunicación para enseñar a una sociedad que cada vez está más dividida por el afán de riqueza y poder, descuidando la educación para construir una sociedad mejor.

En el año 1990 conocí una experiencia extraordinaria  de la profesora Silvia, encargada del primer grado de primaria y que en el momento de la matrícula, por alguna razón la directora había permitido el ingreso de cincuenta alumnos para ese grado.

La profesora recibió su nómina de matrícula con la mejor disposición y se dispuso a organizar su primera reunión con los padres de familia de su sección. – Ella se decía: Si las clases empiezan el lunes en la mañana, entonces convocaré a los padres para el mismo día lunes en la tarde. Ellos vendrán porque están entusiasmados con sus hijos que vienen por primera vez a la escuela.

Efectivamente, la profesora recibió a las madres que llevaban a sus hijos y les entregaba una citación para una reunión urgente a partir de las tres de la tarde. Las madres y algún padre de familia aceptaban con mucho gusto la iniciativa de la profesora.

El primer día de clases fue muy difícil, algunas madres se quedaban para calmar el llanto de sus hijos. La profesora con la experiencia de años anteriores empleaba algunas estrategias motivadoras para que acepten quedarse en clase y presten atención. Cuando sonó la campana del recreo, la mayoría de madres estaban esperando la salida de sus hijos. Habían niños y niñas valientes, especialmente los varoncitos, que habían recibido consejos de sus padres que los niños no deben llorar en la escuela. Por fin llegó la hora de la salida… los padres estaban esperando por sus hijos. La profesora les recordaba que en la tarde los estaría esperando.

En la tarde la profesora se presentó: Soy la profesora Silvia y estoy a cargo de la educación de sus hijos… el motivo de la reunión es que tengo a cargo cincuenta alumnos y no les puedo enseñar a todos, por favor les pido  que se anoten en estas dos listas: en uno los padres que desean que sus hijos estudien en las mañanas y en el otro los padres que desean que sus hijos estudien en la tarde. Señores mi compromiso es lograr que sus hijos aprendan y por favor ayúdenme con la distribución de dos grupos de veinticinco alumnos para poder enseñar mejor a sus hijos.

Luego de algunas vacilaciones y preferencias por el turno de la mañana se logró distribuirlos en dos secciones. La profesora les agradeció por su comprensión y les dijo que a partir de mañana empiezan las clases con total normalidad. De pronto una madre de familia le pregunta: Profesora, los padres de familia del turno de la tarde ¿Cuánto tenemos que pagar? La profesora Silvia le responde: Disculpe, no entiendo ¿Pagar de qué? Pagarle a usted profesora, porque a usted el Estado le paga por enseñar en la mañana y no en la tarde.

La profesora Silvia les responde: Los maestros que tenemos vocación, estamos comprometidos con nuestro trabajo de enseñar y cuando ingresé al magisterio supe la responsabilidad que tenemos los maestros para formar las nuevas generaciones de ciudadanos y ciudadanas que cambiarán la sociedad. Tengo el orgullo y la satisfacción de poner los primeros conocimientos y la enseñanza de valores en ellos: Soy como el ingeniero que pone las bases de lo que será un gran edificio. No me deben nada, solo les pido que me ayuden con sus hijos en casa. Tengo paciencia y amor para enseñar a sus hijos y me siento honrada de ser su segunda madre. Confío en que juntos lograremos hacer un buen año escolar. Gracias a todos.

Yo presencié esa reunión, los padres y madres de familia se acercaban a estrechar las manos de la profesora de su hijo, con mucho respeto y admiración a una profesora que marcaba la diferencia.  Aprendí una gran lección de esta maestra ejemplar que se mantiene en el anonimato probablemente por la indiferencia de sus colegas y las autoridades educativas de Aucayacu. Y usted amigo lector ¿alguna vez ha regresado a su escuelita de primaria para agradecer las enseñanzas de su profesora?

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