sábado, 4 de agosto de 2012

11. LAS SALINAS

HISTORIAS DE UN SHUCUY
11. LAS SALINAS
Las Salinas de Huacho es el lugar en donde nací. Allí es mi tierra, allí vi la luz de la vida. Hace unos años viajé al lugar de mi nacimiento y nadie, absolutamente nadie me conocía, peor a mis padres. Recordé mi condición de paria, ni siquiera en el lugar en donde había nacido me conocían.
 Es un lugar cercano a Huacho, en medio del desierto y próximo al mar. Mis padres llegaron a las Salinas en busca de trabajo, En aquella época se necesitaban obreros para extraer la sal de las grandes pozas a punta de pico y pala. Eran épocas de extracción rústica. Mi padre trabajó durante cinco años. El trabajo era muy pesado; para una persona sin mayor educación solamente podía haber trabajo de  obrero.
Justamente los cinco años de trabajo en las Salinas fue la edad que tuve, de allí nos fuimos a vivir a Huacho en el callejón sin caño que más adelante les referiré.
En las Salinas existe una empresa que extrae la sal y a sus trabajadores les da vivienda y les pone movilidad para que cada fin de semana viajen a la ciudad a proveerse de alimentos. Esa era la razón porqué nadie me conocía, era un centro de trabajo, no era una ciudad.
Por mi condición de profesor y explicado el motivo de mi visita, que era el lugar de mi nacimiento, me dejaron recorrer el campamento. Era una empresa moderna con grandes maquinarias, ya no había trabajo forzado. Eran otros tiempos. Ingresé a la Mercantil en busca de información de los trabajadores antiguos, habían muchos paisanos y parientes de mi padre, pero todos desconocidos para mí.
No sabía qué hacer, había caminado desde la carretera Panamericana, siete kilómetros aproximadamente para llegar a las Salinas, había idealizado en mi pensamiento el encuentro con alguna persona que haya conocido a mis padres. Tomé una Concordia, no había Chavín, la gaseosa de los huachanos. No tenía nada, absolutamente nada que hacer en las Salinas. Pagué la cuenta y le agradecí al encargado de la mercantil por su atención.
Como no hay movilidad particular, ni colectivo para regresar tenía que volver a caminar los siete kilómetros. De pronto escucho una voz que me llama, era un trabajador con su mameluco y casco de seguridad, forma de vestir de los trabajadores de la empresa. Era una persona de mi edad y me vuelve a llamar por mi nombre, trato de reconocerlo, pero no puedo. ¡Hola promoción! ¿Qué haces por acá? ¿Te acuerdas de mí? La verdad, es que no me acordaba de nada, pero todo se aclara cuando me dice: Soy Tauca, estudiamos juntos en el Xammar.
Era mi compañero Tauca, el Pedrito Ruiz de nuestro equipo de fútbol, cada viernes jugábamos pelota y él era el que, en la mayoría de las veces, hacía ganar los partidos. Le conté que vivía en la selva y era profesor en Aucayacu, quería conocer el lugar de mi nacimiento y recoger mis pasos de lo vivido en la costa para dar testimonio a mis hijos, porque ellos no conocen el origen de la familia. Me llevó en su carro hasta la salida, le agradecí y nos despedimos con una sonrisa.  Y usted amigo lector ¿ha regresado a su tierra natal para valorar su origen y no sentirse extraño en otras tierras?

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